El interiorismo en Mallorca, así como en las grandes capitales del resto del mundo, es una disciplina indispensable hoy en día. Una necesidad creciente que ha consolidado una profesión dedicada a crear y definir espacios con estilo propio, carácter y vida. Llamado también diseño de interiores, el interiorismo es lo que nos permite convertir una vivienda en un hogar, en un espacio singular, estético y funcional, adaptado a las necesidades de sus habitantes y a su estilo.

En el estudio de The Why Factory, donde llevamos varias décadas dedicados al interiorismo en Mallorca, siempre hacemos una clara distinción entre interiorismo, arquitectura y decoración. Aunque los tres tienen mucho que ver y se puede decir que son, prácticamente, indisolubles a la hora de abordar la transformación de un espacio para hacerlo habitable, es importante ver que son 3 patas de un proceso. Así, el interiorismo sería la que se encuentra a medio camino entre la arquitectura pura y dura y la decoración.

Cuando apostamos por aplicar los conceptos clave de interiorismo a un espacio, tenemos que tener muy en cuenta que se trata de algo más profundo, global y radical que cuando hablamos de decoración. Interiorismo significa crear un espacio completamente nuevo a partir de otro, mientras que la decoración consiste en analizar ese espacio ya creado y darle otro estilo utilizando para ello los elementos existentes e introduciendo otros nuevos.

Interiorismo implica casi siempre modificar, redistribuir, cambiar espacios por completo tocando paredes, suelos, instalaciones… Es lo que en nuestro estudio de diseño de interiores en Mallorca solemos denominar reformas de diseño: trabajamos el espacio desde su origen, lo moldeamos, lo transformamos.

Por eso, todos nuestros proyectos de interiorismo en Mallorca son integrales. En todos ellos trabajamos cada detalle y no tenemos miedo de afrontar cambios en profundidad si con eso logramos el espacio habitable que nuestro cliente busca. Porque no hay mayor reto que conseguir llevar la imaginación a la práctica. Y no hay mayor recompensa que la sonrisa de un cliente satisfecho.